Uno de los
problemas centrales para proponer
este proyecto de reforestación es ver cómo nuestro centro escolar, a pesar de
contar con un terreno de dimensiones considerables, se encuentra prácticamente
desértico por la falta de interés de cada uno de los entes de la comunidad
educativa; de igual forma se tala y se quema muchos árboles los cuales se encuentran
cerca a los nacimientos de agua y afectan directamente a la producción de la
misma, tanto para la escuela como para cada uno de los habitantes de la misma
vereda.
Por lo general, como seres humanos, propensos a la
adaptación, nos acostumbramos a vivir de la forma en la que está establecida,
sin embargo, como docentes comprometidos con nuestra profesión tenemos la
obligación de transformar nuestro entorno laboral para hacerlo más confortable
para todos los actores del proceso educativo.
Debemos tener la suficiente visión para constatar que el
centro escolar es el lugar donde los maestros y alumnos pasamos la mayor parte
de nuestro tiempo activo del día, por lo que tenerlo en las mejores condiciones
posibles debe ser una premisa fundamental.
Es verdad que el proponer una transformación, por mínima
que sea, se encuentra casi siempre con la oposición que provocan las inercias
propias del seguir siempre haciendo lo mismo, con las tradicionales oposiciones
al cambio; sin embargo, es justamente ahí donde los docentes verdaderamente
comprometidos con la educación tenemos que incidir, siempre de la mejor manera
posible.
Este proyecto no es sólo en cuanto a un hecho concreto de
plantación de árboles, sino que pretendemos que sea un pretexto para hacer
cambios radicales en la forma de trabajar y de ver nuestro espacio laboral y de
servicio a la comunidad.
No se pretende, con el presente proyecto transformar sólo
la imagen física del centro escolar, sino que pretendemos que trascienda para
buscar provocar una actitud reflexiva de nuestros alumnos y de la totalidad del
colectivo escolar hacia formas mejores de convivencia del hombre con la
naturaleza, aprovechando, a la vez, el pretexto de la reforestación para el
establecimiento y la consolidación de valores en nuestros alumnos, entendiendo
que sólo con estudiantes consientes de su realidad podrán cambiar sus
perspectivas, toda vez que la mayoría de nuestros alumnos son de nivel
económico de mínima subsistencia.
No se pretende hacer sentir a nuestros estudiantes que de los
árboles pueden forjar su futuro económico, sino que reconozcan que son parte de
una problemática social y que desde su contexto, sí pueden hacer algo positivo
y permanente por nuestro mundo.
En síntesis, queremos hacer que nuestros alumnos dejen de
sentirse espectadores de un mundo en transformación, o quizá en franca
destrucción, para convertirse en actores que pueden participar de manera activa
en el acontecer social.
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